A veces me sorprendo deseando volver al principio, cuando la incertidumbre y la curiosidad. No sé si hacemos algo, pero dices que sí. Quiero que vengas -dices y a mí me basta. Porque no hay más.
Tendremos para siempre los días de verano.
Mientras no estamos, en todas las horas alrededor de ese pequeño rato que compartimos, que a mí se me hace tan corto y a tí, tan largo, tengo mil conversaciones contigo. Preparo discursos que luego condenso en una frase, sin querer, mucho más exacta que todas las palabras que podrían usarse. Y entonces, cuando me miras así, es cuando siento que hacemos algo. Pero ¿quién sostiene a quién?
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